jueves, 14 de abril de 2011

Crónica: Las bambalinas

Tras los decorados del Camino de Santiago (no os creáis todo lo que véis, las montañas son de cartón piedra y las puestas de sol simples acuarelas), detrás de las bambalinas, aquello que el público nunca ve,
precisamente eso, es lo que hoy comenzamos mostrandoos: la cara trasera del camino.
Sí, amigos, en el camino también hay que lavar la ropa sucia, los calcetines -que sin embargo, por mucho que se laven no quieren desprenderse del aroma a Vicks VapoRub y otros potingues con los que nos protegemos los pies- camisetas y otros malos recuerdos.
Es un momento apacible, grato, sereno, este de lavar, la única preocupación es si no da tiempo a que seque la ropa (José Esteban está realmente preocupado, "¡Qué hacemos si no seca!" exclama después de otear los vientos). Un momento sereno, grato y apacible, lavar todo lo malo que venimos arrastrando en nuestras vidas, que nos mancha el ánimo y el alma, para quedar limpitos como culos de niños (ojo, los
pederastas....)
Bien, antes de lavar la ropa, como podéis imaginar, hemos completado la jornada que separa el Santuario del Cebreiro de Triacastela (lugar en el que tiempo ha hubo tres castillos, de los que no queda ni rastro, si acaso una cantera). La única dificultad montañosa de la jornada era el alto del Poio, pero fijaos si está bien concebido este
camino, que no acabas de poner un pie en la cima y ya tienes un bar, y nuestras mahous, ah, no, aquí tomamos unos aquarius.....
Luego, todo bajada, muy mala para las rodillas. Al llegar.... al llegar... no os lo vais a creer, no teníamos hecha la reserva, al menos eso dijo el dueño del hostal. A Dios pongo por testigo, que yo reservé. En cualquier caso, da igual, porque Casa David es mucho más acogedora.
Hemos visitado la iglesia romántica, ay Dios, cómo estoy, románica, en la que había una imagen de San Mamés -os advertimos, para que no os desilusionéis si alguna vez caéis por aquí: es un señor con barba, no es un campo de fútbol... menudo chasco!
Y ahora, después de estiramientos varios (qué suerte contar con Jesús para los estiramientos largos, qué suerte que Jesús contara con la instrucción de Roque Robles -"¡Patatas, no, Jesús! Son veneno, veneno puro") es la hora del merecido descanso del peregrino: paseo parriba, paseo pabajo, mahou parriba, mahou pabajo, y poco más....
Mañana, Sarria, aunque desde hoy no hace falta que os indiquemos dónde estamos porque, gracias a la tecnología, no nos cansamos de agradecérselo, podéis seguirnos paso a paso en nuestro caminar. Este es el camino del siglo XXI, también en la red.
Nada más.
Buen descanso y mejores sueños.
Tres caminantes

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